Somos seres conformados por tejidos. Es a través de los tejidos que podemos respirar, caminar, vivir. Asimismo, éstos adoptan diferentes formas según la experiencia de vida de cada persona; todo lo vivido influye, los tejidos tienen memoria y adoptan formas específicas; nos hacen legibles ante el otro. No es necesario hablar, toda la información está expuesta para el que sabe o quiere leerla. Somos un manojo de emociones que se reflejan de una u otra manera no solo en los tejidos de nuestro cuerpo, sino también en la trama y urdimbre de las cosas que hacemos.
Me interesa representar el tejido como un proceso que refleja una necesidad personal (emocional y física) por coser, por construir estos volúmenes tridimensionales que hablan de períodos de transformación, contacto y reconstrucción de mí misma. Utilizo el fieltro por ser un material que tiene cierta estructura y carácter propio, el cual adopta formas a medida que lo voy trabajando. Es así como me permite crear esta especie de seres que crecen solos o se anexan a un cuerpo ajeno.
Todos creados, lentamente, de la unión de pequeños elementos. Esta manera de conformarlos, círculo por círculo, uno por uno, por un período prolongado de tiempo, en silencio, es como un mantra. Encuentro mi inspiración en la naturaleza vegetal. Intento generar paralelos entre nuestro complejo proceso de interiorización de los sucesos del exterior con el proceso de adaptación de las plantas a diferentes ambientes y situaciones. Ambos procesos, creo yo, son similares en cierto modo.
Me interesa el tejido como un elemento que habla por sí solo, que es capaz de generar nudos, tensiones, descuelgues, en fin, toda clase de sensaciones que transmiten emociones, además de tener infinitas posibilidades de manifestarse físicamente.
Karen Macher
junio 2016